Arte, Artesanía y Manualidad

Capítulo 1: Consideraciones preliminares

Creo que muchos de los aquí presentes, tanto los apreciadores del arte como practicantes de algún arte, en ocasiones se han preguntado en qué consiste hacer arte; cuál es la cualidad inherente y propia del arte que hace que sea identificado como tal. Y aunque no se formulen abiertamente, tanto en el espectador como en el artífice subyacen sin contestar algunos de los siguientes planteos:

¿Cuándo una obra es arte y cuándo artesanía? ¿Cuál es el límite demarcatorio entre ambas categorías? ¿Qué tiene el arte que no tenga la artesanía? ¿Por qué en ocasiones las artesanías devienen en arte décadas o siglos más tarde? ¿Es el arte una experiencia únicamente subjetiva, de libre interpretación? ¿Existe un arte objetivo? ¿El arte simplemente "sucede"? ¿Acaso es resultado un arrebato emocional? ¿O puede ser resultado de una experiencia calculada, meditada y consciente? ¿La ejecución de un oficio es arte o artesanía?

Estas son muchas preguntas, que necesitan ser analizadas tanto desde una perspectiva histórica, como así también desde el punto de vista de las necesidades de hoy día sobre arte.

En primer término quisiera destacar que cualquier definición que queramos hacer sobre algo, y en el caso que nos toca en particular: sobre arte, debemos tener presente que toda definición que busquemos está basada primeramente sobre las necesidades actuales de identificación. También debemos tener presente que nuestra manera de pensar o de ver las cosas está influenciada por la época: el tiempo, el lugar y la gente. Asimismo se da el recíproco: nuestra manera de pensar influencia la época.

No se trata aquí de hacer una defición absoluta, monolítica e inmutable sobre arte: se trata de hacer una idenfificación, un marco de definición del arte que sea útil para nosotros, que estamos aquí y ahora y que pueda aportar un poco de luz sobre el tema.

Hay una filosofía e historia del arte verdaderamente extensa: sin afán de excluir a ninguna, podemos destacar algunas, como puede ser una visión clásica del arte, originada de Pitágoras, Platón y Aristóteles; hay una visión religiosa del arte que varía según la religión, la época y la sociedad. Este es un mundo muy grande, variopinto y además bastante viejo, entonces la historia no sólo corrre a lo largo del tiempo, sino a lo largo de la tierra. Hay arte chino, hay arte hindú; hay arte de medio oriente, hay arte occidental; hay arte Americano, Africano, de Oceanía; hay arte sagrado y hay arte profano. Cada uno de ellos tiene a su vez sub clasificaciones, e interrelaciones en algunos casos, y se sustentan en una interpretación de la existencia y una motivación que le es particular. Todo este caleidoscopio llega hoy hasta nosotos en un mundo cada ves más interrelacionado.

Esta maravillosa diversidad no debería presentársenos como un factor de caos y confusión, sino como una fuente de enorme riqueza vivencial de la cual podemos aprender mucho. Podríamos descubrir por caso, que otras culturas tienen o tuvieron una visión original y muy útil de percibir las cosas, y que no se nos había ocurrido, a pesar de su obviedad.

En lo personal, he aprendido que para aprender verdaderamente, es necesario ante todo abordar el tema con un mínimo de ideas preconcebidas; adoptando una actitud mental abierta a otras maneras de interpretar el mundo. Esto no significa comprometer o desechar los valores en los que uno cree, en los cuales uno se sustenta y crece; consiste en la actitud de ser todo oídos a lo positivo e interesante que tienen los otros para decir.

Nuestra civilización - y hablo de Occidente - es una civilización fundamentalmente económica y tecnológica, y todo pasa por ahí, todo canaliza por ese filtro. Pero ha habido civilizaciones que han basado su filosofía y su arte en la tierra y sus frutos, como la Mapuche; o en elementos solares, como los Mayas; en la dureza y permanencia de la piedra, como los pueblos neolíticos o los Antiguos Egipcios; en la tenacidad del hierro como los Romanos.

Cada uno ve e interpreta el mundo según sus inclinaciones, limitaciones y circunstancias; y adquiere las características de aquello hacia lo que dirige su atención; expresando en su propio idioma y desde su condición inherente el mundo tal cual él lo ve. Hay una gran riqueza en ello, y se trata de un punto de vista particular, que puede ser más o menos estrecho, pero no es una visión omnisciente del todo.

Hoy día contamos con la ventaja de la comunicación global y la información. Podemos salir del ostracismo y ver qué más hay ahí afuera. Ustedes quizá sepan que la palabra "ostracismo" se refería a una pena capital en la antigua Atenas, ciudad modelo en el período clásico: era el destierro, lo cual se consideraba peor que la pena de muerte; y la sanción se formalizaba entregándole al desterrado una ostra, la cual era símbolo de aislamiento y de hundimiento. Uno a veces ve por televisión u oye hablar de lo extraordinario que sería entrar en contacto con seres de otros mundos, mientras se ignora olímpicamente la riqueza que está aquí y ahora, en distintos pueblos del planeta que tienen una visión tan diferente o tan rica como puede ser la nuestra, con sus virtudes y sus falencias.

Este ostracismo se puede ver por ejemplo en que en occidente se fomenta la imagen de que los occidentales han inventado casi todo; sean descubrimientos, filosofías o inventos. Pero ésta es una imagen errónea: se dice que la imprenta la inventó Gutemberg, que el papel moneda y el cheque lo inventaron los holandeses: sin embargo Marco Polo nos cuenta con un siglo de anticipación y asombradamente la novedad de que los chinos imprimían su papel moneda serialmente. En los Museos Vaticanos y en el Louvre se pueden ver rodillos grabados en bajorrelieve destinados a la impresión de documentos oficiales confeccionados en lapislázuli, de uso común entre asirios y egipcios. Podemos continuar con una larga lista: la circulación de la sangre, la inoculación por jeringas, las lentes de aumento, la vacunación, la herencia genética, la teoría heliocéntrica, la redondez de la tierra; entrar en detalles escapa a la finalidad de esta charla.

Cito esto a fin de evidenciar que el estudio e interpretación que puede hacerse del arte debería despojarse de este "ostracismo" para tener una visión más global y de mayores dimensiones, de un alcance mayor tanto en términos cuantitativos como cualitativos.